La
enfermedad celíaca es una intolerancia al gluten (complejo de proteínas
contenidas en el trigo, centeno, avena, cebada y alimentos que contengan estos
granos) de carácter permanente que
provoca, en individuos genéticamente predispuestos, una atrofia de las
vellosidades del intestino delgado proximal (la parte del intestino más próxima
al estómago) que afecta la capacidad de absorber los nutrientes de los
alimentos.
La ingesta
de gluten en personas celíacas, aunque sea en muy poca cantidad, provoca una
reacción inmunitaria en el intestino delgado que causa una inflamación crónica
que tiene como consecuencia la atrofia de las vellosidades intestinales,
acompañada de síntomas que varían según los casos.
Las
personas sanas tienen las paredes intestinales recubiertas de vellosidades y
microvellosidades que tienen la función de aumentar la superficie de absorción
de los nutrientes.
En las
personas celíacas estas vellosidades desaparecen completamente, lo que daña la
mucosa intestinal. Esta reducción de las vellosidades intestinales disminuye o
impide la absorción de nutrientes, como por ejemplo proteínas, grasas, hidratos
de carbono, vitaminas y sales minerales, y causa desequilibrios nutricionales y
desnutrición.
Se puede
presentar por primera vez en la infancia (lo más común) o en la edad adulta.
Los médicos estiman que un 1 % de la población tiene la enfermedad celíaca.
Los médicos estiman que un 1 % de la población tiene la enfermedad celíaca.
Incluso las
personas que no tienen la enfermedad pueden tener reacciones del sistema inmune
o intestinal hacia el gluten, y los médicos piensan que alrededor del 15 % de
la población puede ser sensible a él.
El
componente genético está demostrado por la recurrencia familiar de la
enfermedad celíaca, aproximadamente diez veces más común entre familiares de
primer grado respecto del resto de la población.
No es una alergia
La
enfermedad celíaca no es una alergia. La respuesta alérgica se da cuando el
sistema inmunológico del organismo produce anticuerpos contra una sustancia
normalmente inofensiva, presente en la comida o el entorno, como si se tratarse
de un patógeno. En el caso de la enfermedad celíaca, el gluten presente en los
alimentos daña el revestimiento del intestino delgado, lo que a su vez impide
que el organismo digiera y absorba apropiadamente los alimentos. El resultado
es una malnutrición crónica, con una deficiencia de calorías y nutrientes
esenciales, como proteínas, vitaminas y minerales.
Síntomas
Los
síntomas clásicos de este trastorno están relacionados con la mala absorción de
los alimentos que provocan irritabilidad, inapetencia, distensión y dolor
abdominal, deposiciones frecuentes, malolientes, espumosas y voluminosas, a
veces acompañadas de vómitos, retortijones intestinales, hinchazón abdominal y
malnutrición, causando pérdida de peso en personas adultas, inhibición del
crecimiento en niños y problemas óseos.
Con frecuencia se desarrolla
deficiencia de ciertos nutrientes, principalmente vitaminas y sales minerales
como por ejemplo la falta de vitamina A (xeroftalmia), D (Raquitismo), K (trastornos
de la coagulación), de hierro (Anemia), de calcio, entre otras manifestaciones.
Aunque no se conoce la relación, se asocia frecuentemente la intolerancia al gluten con la dermatitis herpetiforme.
Diagnóstico
Actualmente
no existe un examen médico para reconocer la intolerancia al gluten, pero
puedes realizar varios pasos para reconocer la intolerancia al gluten de tu
cuerpo y empezar el camino hacia un futuro más saludable.
En general, basta hacer un análisis de sangre
específica para tener un primer diagnóstico de la intolerancia al gluten. Pero
para confirmar el diagnóstico es necesario efectuar una endoscopia y una
biopsia intestinal, es decir, la extracción de un fragmento del tejido,
sometido a examen histológico, que permita determinar la atrofia eventual de
las vellosidades intestinales.
Dado que
los síntomas son variados y no específicos, es posible que en muchas personas
la intolerancia al gluten no haya sido diagnosticada. En ocasiones, se
diagnostica en etapas avanzadas de la vida.
Debería
desaconsejarse el autodiagnóstico; la adopción de una dieta sin gluten
"por si acaso", sin asistencia profesional, puede llevar a una
alimentación desequilibrada e inapropiada, con más inconvenientes que ventajas.
Aún no se
sabe por qué algunas personas desarrollan esta enfermedad, aunque parece tener
un componente hereditario. En la actualidad, la única medida preventiva
recomendada es evitar introducir alimentos con trigo en la dieta de los bebés
hasta los seis meses de edad.
Cuando las
personas con enfermedad celíaca siguen una dieta sin gluten, el revestimiento
intestinal se repara progresivamente y vuelve a funcionar con normalidad. A
muchas personas les cambia la vida a medida que el organismo se recupera y los
síntomas desaparecen.
El gluten
se encuentra en los granos de trigo, centeno, cebada y avena, utilizados en la
fabricación de muchos alimentos cotidianos como el pan, los cereales de
desayuno, la pasta, las pizzas, las masas, los pasteles y las galletas. Sin
embargo, no siempre es tan sencillo, ya que los cereales que contienen gluten
también se utilizan como ingredientes en rebozados, salsas y algunos productos
cárnicos, como salchichas y hamburguesas. El arroz, las patatas y el maíz no
contienen gluten. Actualmente existen también muchos productos especiales sin
gluten para quienes padecen este trastorno.
Seguir una
dieta sin gluten puede quitar tiempo y parecer complicado. Sin embargo, una vez
diagnosticada la enfermedad celíaca, los pacientes disponen de varios tipos de
asistencia y ayuda. Un nutricionista cualificado les puede ayudar a elegir los
alimentos más apropiados y a organizar una dieta equilibrada y sabrosa que se
adapte al estilo de vida de la persona. También existen listas que contienen
información actualizada sobre los productos elaborados que no contienen gluten
y pueden incluirse en la dieta sin problemas.
Beneficios de la dieta sin gluten
En el
individuo con síntomas típicos, los efectos del tratamiento son rápidos, en
pocos días se nota una mejora en la apetencia y el estado de ánimo, y
progresivamente desaparecen los síntomas como la diarrea y el estreñimiento, y
en los niños se retoma el crecimiento.
También las
alteraciones metabólicas, como la mineralización ósea reducida o la anemia por
falta de hierro, se van normalizando, aunque en estos casos la recuperación es
un poco más lenta.
Complicaciones si no se hace la dieta sin gluten
No seguir
una dieta sin gluten puede tener consecuencias graves como por ejemplo:
Osteoporosis
(deficiencia de calcio)
Anemia
(deficiencia de hierro)
Enfermedades
autoinmunes asociadas (diabetes, tiroides…)
Neoplasias
intestinales y extraintestinales (cánceres intestinales o extraintestinales)